21 Ene El SUICIDIO: UN PROBLEMA SILENCIADO (Infocop)
Compartimos con vosotros este artículo «El suicidio: un problema silenciado» muy interesante de la mano de la revista Infocop por Susana Villamarín, Cristina Castilla, Aída de Vicente y Silvia Berdullas.
El suicidio es un grave problema de salud pública y supone una tragedia que afecta a comunidades y países, con efectos duraderos para los allegados y familiares de la persona que lo comete.
Según estima la Organización Mundial de la Salud, esta problemática se cobra anualmente cerca de 800.000 vidas, un a cifra bastante alta, aún sin añadir el elevado número de personas que intentan hacerlo.
Concretamente en España, si bien el último informe del Instituto Nacional de Estadística indica que la tendencia creciente que se ha venido observando en las tasas de suicidio parece haberse frenado ligeramente, e l suicidio sigue manteniéndose como la principal causa externa de muerte en nuestro país.
A pesar de la gravedad de este problema y de las recomendaciones de incluir la prevención del suicidio como prioridad sanitaria, España cuenta en la actualidad con una escasa implementación de programas de tipo preventivo y no existe un Plan de prevención como tal a nivel nacional.
En las páginas que siguen, la sección de En Portada aborda el tema del suicidio, realizando, en primer lugar, una breve aproximación al estado de la cuestión, pasando a analizar posteriormente las múltiples recomendaciones orientadas a su prevención e intervención, así como las diferentes propuestas e iniciativas que se ha n llevado a cabo hasta la fecha en nuestro país, en aras de desarrollar un Plan Nacional de Prevención contra el Suicidio.
LA NECESIDAD DE UNA LEY NACIONAL DE PREVENCIÓN DEL SUICIDIO EN ESPAÑA
El suicidio es un grave problema de salud pública y supone una tragedia que afecta a comunidades y países, con efectos duraderos para los allegados y familiares de la persona que lo comete. Así describe la Organización Mundial de la Salud esta problemática que, según estima, se cobra anualmente cerca de 800.000 vidas (una cifra bastante alta aún sin añadir el elevado número de personas que intentan hacerlo), siendo considerada, hoy en día, una de las principales causas de muerte en todo el mundo (Goldsmith et al., 2002).
A lo largo de los años, diferentes investigadores (O´Carroll et al., 1996; Silverman et al., 2007), han propuesto diversos términos para conceptualizar este complejo fenómeno definido por la OMS de forma elemental, como “el acto de quitarse deliberadamente la propia vida”.
En la actualidad, se considera que el suicidio “oscila” a lo largo de un continuum de diferente naturaleza y gravedad, que abarca desde la ideación (idea de la muerte como descanso, deseos de muerte e ideación suicida) hasta la gradación conductual creciente (amenazas, gestos, tentativas y suicidio consumado) (Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad [MSSSI], 2012).
Pese a la gravedad del suicidio, se considera insuficiente la disponibilidad y calidad de los datos en todo el mundo: según indicó la OMS en enero de 2018, solo 60 Estados Miembros disponen de datos de registro civil de buena calidad que se pueden utilizar directamente para estimar tasas de suicidio. Dada la sensibilidad de este fenómeno, el estigma legal o social, la ilegalidad de las conductas suicidas en algunos países, o determinadas cuestiones de procedimiento relacionadas con el registro de defunciones, es probable que la subnotificación y la clasificación errónea de casos sea un problema más significativo en el caso del suicidio que con respecto a otras causas de defunción, por lo que podría subestimarse su verdadera carga (Hawton y van Heeringen, 2009).
A este respecto, aunque los datos disponibles indican que Europa posee globalmente una elevada tasa de suicidio, la epidemiología del mismo difiere considerablemente entre sus diferentes países (Kovess-Masfety et al., 2011).
Algunas de las variaciones detectadas entre países europeos pueden deberse a diferencias en el proceso de registro de defunciones (Christi et al., 2003). De hecho, los procedimientos para registrar una muerte como suicidio no son uniformes: países como Luxemburgo requieren una nota de suicidio para registrar una muerte como tal, mientras que en el Reino Unido se requiere una evaluación de la intención por parte de un médico forense.
Asimismo, las normas culturales y sociales pueden jugar un papel esencial en el registro de las muertes: en culturas en las que el suicidio
es particularmente estigmatizado, puede ser más común registrar la causa de la muerte como un intento indeterminado o por otra causa (Christi et al.,
2003)……
Leer artículo completo en http://www.cop.es/infocop/pdf/3001.pdf
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